Las motos y la fotografía, ahora van juntas.
Dos aficiones a las que hace unos años apenas se les encontraría una relación más que la meramente profesional, hoy, en mayor o menor medida, todos tenemos alguna foto de alguna de nuestras rutas.
Las redes sociales han tenido un papel importantísimo en esto. Nos conectan con moteros desde el barrio de al lado hasta el otro lado del mundo y siempre a través de las fotos. Sean nuestras o compartidas.
No hay ningún grupo de moteros en las redes sociales en las que los integrantes no se relacionen a través de fotos.
Las webs y los blogs sobre motos, afortunadamente proliferan cada vez más.
Todos queremos saber por qué carreteras andan los moteros de otras partes del mundo; qué paisajes recorren, y viceversa. Todos queremos compartir lo que tanto nos gusta y la fotografía es un lenguaje universal.
Unos eligen un equipo ligero y sencillo, y otros nos complicamos la vida un poco de más.
Para una pequeña ruta de un día, podemos contar con todo el espacio que tengamos para llevar nuestro equipo fotográfico pero generalmente, para un viaje largo, lo más idóneo es una buena cámara compacta o una pequeña réflex con un objetivo, sin mas equipo adicional.
En este caso, lo mejor es llevar la cámara en el sitio más accesible posible. Primero para que no lleve encima un exceso de peso que la pueda estropear y segundo porque si la tenemos que rebuscar cada vez que queramos hacer una foto, acabaremos por perder las ganas de sacarla.
De eso último doy fe de que te acabarás arrepintiendo.
Si eres de los que como yo, te quieres complicar un poco la vida con un equipo grande y complejo, deberás sacrificar espacio en la moto para poder volver con todas las fotos que quieras.
Tanto en pequeñas rutas como en viajes, lo más importante a tener en cuenta es el lugar en el que llevarás el equipo.
Siempre debe de ser en el lugar más alejado posible del centro de gravedad y no es ninguna broma, los equipos fotográficos son muy poco resistentes a los golpes, especialmente los obturadores de las cámaras y un exceso de vibraciones hará que con el tiempo, se vaya resintiendo, aunque al principio no se note.
El lugar perfecto son unas maletas con anclajes, o en la propia chaqueta o mochila, en el caso de los equipos pequeños.
En una bolsa sobre-depósito, es impensable. Está en línea con el centro de gravedad y recibe directa y continuamente todas las vibraciones de la moto.
En el baúl trasero o en su soporte, aunque mejor que sobre el depósito, el equipo también sufre demasiado. A pesar de la amortiguación, es la parte de la moto que recibe con más fuerza los impactos del firme, sobretodo si hacemos tramos fuera de carretera.
En las motos de turismo, la opción de las maletas integradas es buena, aunque el propio hecho de que vayan integradas, les hace tener una rigidez que tampoco es la idónea para un equipo fotográfico. Una buena idea es poner debajo y en el lado interior de la maleta, algo blando que amortigüe.
Si el equipo es demasiado grande como para llevarlo en la ropa o en una mochila a la espalda, la opción perfecta es la de las maletas que se incorporan a la moto mediante anclajes que las separan del chasis.
Es la parte más alejada del centro de gravedad y lo que las mejora con respecto a las maletas integradas, es que los anclajes aportan una separación y una amortiguación extra que hace que cualquier vibración o golpe, llegue de una manera mucho más suave que protegerá y alargará la vida de nuestro equipo fotográfico.