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Por qué no Deberías de Ver Buenos y Malos

(Este artículo se escribe mientras las tropas israelíes lanzan una brutal ofensiva en el Norte de la Franja de Gaza, tras las salvajes matanzas de Hamás de Octubre de 2023 en diversos puntos de Israel).

Que esta ofensiva militar israelí es atroz es tan cierto como que es exactamente lo que Hamás quería.

En un caso como este es muy fácil tomar partido por un bando porque hay motivos de sobra para hacerlo; el gran problema es que ambos bandos tienen motivos de sobra para ser declarados las víctimas, y ambos bandos tienen motivos de sobra para ser declarados verdugos. Sólo el sesgo informativo creará a unos como los buenos y a otros como los malos.

Si le preguntamos a un palestino o a un pro-palestino por qué deberíamos apoyar su causa, te dará motivos de sobra y tendrá razón.

Si le preguntamos a un israelí o a un pro-israelí por qué deberíamos apoyar su causa, también te dará motivos de sobra y también tendrá razón.

Así llegamos a un tema ya tratado alguna que otra vez en este blog y que trataremos más veces: la polarización causada tanto por el sesgo informativo como por nuestra falta de exigencia en la información que recibimos.

La resolución de problemas y conflictos no genera clicks, es aburrido y no nos sirve para canalizar nuestra ira; la polarización cubre todas esas necesidades. La creación del «falso malo» para hacerte sentir que formas parte del bien; del lado bueno.

Poner a unos como los buenos sólo sirve para que el orto lado se indigne y se radicalice más. Los recientes atentados y la consiguiente ofensiva militar no son una causa para la polarización; son la consecuencia de ella, y confundir eso es donde está el problema.

La polarización y el conflicto se retroalimentan la una de la otra. La polarización genera conflicto y el conflicto genera polarización.

Así se está exactamente donde los líderes de turno quieren que se esté; siguiéndolos ciegamente y a su servicio, anulando a su oponente.

Los palestinos tienen derecho a quejarse de que Israel haya puesto a un radical como Netanyahu en el gobierno, de la misma manera que Israel tiene derecho a elegir a un radical sabiendo que la Franja de Gaza está gobernada por un grupo terrorista. Ninguno de los dos cederá antes que el otro.

Con esta situación, es inevitable mencionar los Acuerdos de Oslo de los años 90, en los que dos personajes como Rabin y Arafat pusieron un bien mayor por encima de sus preferencias personales y de su antagonismo, a pesar de todas las incertidumbres que tenían aquéllos acuerdos. Pero era un buen punto de partida y en ambos bandos se celebró.

Rabin y Arafat pueden ser muy criticados pero fueron capaces de eso. Si ambos ceden a la vez y se informa adecuadamente de ello, se anula la polarización y por extensión la barrera que impide la resolución.

Esta comparación nos define actualmente como civilización. La situación es extrapolable a muchas de las situaciones conflictivas que nos rodean hoy en día, principalmente la política.

¿Por qué, desde los años 90, nos hemos vuelto tan poco exigentes a la hora de seleccionar la información que consumimos?. Muchos echarán la culpa a la aparición de Internet en nuestra vidas pero en Internet también hay información contrastada y hecha por profesionales. Internet sólo es el medio; nosotros podemos elegir. ¿Acaso no estábamos preparados para elegir por nosotros mismos?. ¿Por qué buscamos que nos digan lo que queremos oír?. ¿Por qué tenemos tanto problema en escuchar o leer algo que cuestione nuestras ideas?.

¿Es la información la que moldea nuestra falta de exigencia o es nuestra falta de exigencia la que condiciona la información?.

Mi admirado Daniel Kahneman (israelí), en su excelente libro «Ruido. Un fallo en el juicio humano», nos da una excelente pista para la solución a este problema explicando la diferencia entre sesgo y ruido. Aplicado al tema que nos ocupa, ruido es como se le llama al simple error y es arbitrario; puede salir beneficiado o perjudicado cualquiera. Sesgo es cuando el error parte de algún tipo de motivación o prejuicio; cuando una parte tiende siempre a salir beneficiada y la otra perjudicada tras una decisión errónea.

Si crees que un bando tiene razón en todo o casi todo y el otro se equivoca en todo o casi todo, es que tu información está sesgada y no verlo es lo que radicaliza las posturas. Tanto la tuya como la del bando oponente.

Las formas en las que se llevan a cabo no cambia el concepto. Que la Franja de Gaza esté gobernada por un grupo terrorista no implica que los palestinos sean terroristas; ese gobierno es una consecuencia de un largo recorrido de variables. Que Israel esté gobernada por un radical no implica que los israelíes sean radicales; también es una consecuencia de toda una historia que lleva hasta aquí.

Buscar las causas de eso vale para ampliar conocimiento pero no para decidir quién es el bueno y quién el malo.

Con todo esto no quiero decir que sea un error tener preferencias por un bando u otro; yo también las tengo. Las simpatías nos vienen de serie. Pero no es motivo para justificar nuestras preferencias como el bien absoluto frente a un mal que debe ser aniquilado, porque hay gente inocente que está sufriendo las consecuencias de eso. Es lo que se llama «efecto halo» y es común a todo ser humano. Cuando vemos una virtud en alguien, tendemos a otorgarle más virtudes de las que en realidad tiene, y viceversa con los defectos.

Así como los Acuerdos de Oslo fueron un gran logro en su momento, propiciado por EEUU, también, haber conseguido ahora que varios países de Oriente Medio comenzaran a normalizar relaciones con Israel sin haber resuelto antes el problema de Palestina, también ha sido un error, ahora visto como muy obvio pero que nadie o casi nadie cuestionó, por parte del país norteamericano.

No se puede construir el segundo escalón si todavía no tienes el primero hecho.

Personalmente creo que la única forma de resolver el problema, es una reedición de algo parecido a aquéllos Acuerdos de Oslo pero no bajo el paraguas de Estados Unidos, si no de países del entorno que estaban ahora dispuestos a reconocer al estado de Israel, principalmente Arabia Saudí. Esto, a su vez, podría condicionar a Irán (archienemigo de Israel) para rebajar su confrontación o, al menos, aceptar la convivencia en la región. Hacerlo bajo la iniciativa de EEUU probablemente hará que Irán siga viendo su odiada mano occidental en el problema, y si Irán no da un paso atrás, Hamás y Hezbolá tampoco lo harán. La influencia de los países del entorno siempre ha formado una buena parte del problema palestino-israelí y son los que de forma más efectiva pueden formar parte de la solución. Probablemente el gobierno de Cisjordania vería esta opción con buenos ojos.

Pero también será imposible si no se hace llegar información no sesgada a toda la población afectada de todos los bandos implicados. Cualquier posible acuerdo implicará cierta cesión por ambas partes. Si se permite que la información que cala en la población es la injusticia que suponen esas cesiones, o si esa es la información que libremente se elige consumir, todo seguirá igual o peor que ahora.

Otra cosa que nos enseña la historia, es que si esos acuerdos llegaran a producirse, en cualquiera de los dos bandos alguien habrá que por desacuerdo, cometerá una locura; sea una persona o un grupo. Si también se aprovecha eso para culpar a todo el bando al que pertenece como culpable, el problema tampoco ser resolverá. Esa culpabilización forma parte del sesgo polarizador.

De como se soluciona esto y de cómo no se soluciona, deberíamos de tomar nota el resto del mundo.

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