En las últimas décadas estamos presenciando y viviendo como, a causa de la globalización, casi cualquier conflicto o desastre en cualquier parte del mundo nos afecta de forma más o menos directa, ya sea como una crisis económica desde países que proporcionan importantes recursos, o humanitaria mediante el desplazamiento de grandes cantidades de refugiados.
Que dos países tan importantes para la economía mundial como Taiwán y muy especialmente China estén al borde de un conflicto es algo que nos afecta de forma muy directa.
Probabilidades de un Conflicto Armado
El mundo es de por sí caótico y no podemos descartar que un hecho imprevisto desencadene un desenlace insospechado, especialmente teniendo en la zona a un gobierno imprevisible y diplomáticamente infantil como Corea del Norte en la región, pero tal y como están yendo las cosas, creo que un conflicto abiertamente armado es muy improbable.
Que este hecho ocurra provocaría más pérdidas que ganancias a cualquiera de los contendientes; a nadie le interesa.
Estados Unidos y sus aliados Asia-Pacífico tienen intereses económicos en Taiwán pero no determinantes como para entrar en una guerra abierta contra una gran potencia económica y militar como es China.
En realidad, la pérdida de autonomía taiwanesa no perjudicaría a Estados Unidos mucho más que en su orgullo, en lo referente a perder una situación favorable en un enclave geoestratégico de primer nivel. El votante norteamericano no perdonaría que su gobierno se inmiscuya hasta tal punto en una situación que perjudicaría su economía en un momento en que su situación política interna ya está dando demasiados quebraderos de cabeza.
Por su lado, China busca el derecho legítimo de no tener a su competidor en el patio trasero.
En un momento en el que al país americano se le escapa su papel hegemónico entre los dedos, y al mismo tiempo en que al férreo régimen chino se le trata internacionalmente con una injustificada indulgencia, en una hipotética guerra abierta Estados Unidos perdería muchos puntos de simpatía y credibilidad internacional en el peor momento posible, con la economía mundial sufriendo varias crisis económicas de gran calado en un intervalo relativamente corto de tiempo.
En un escenario bélico iniciado por los americanos, se les culpabilizaría internacionalmente y daría pie a que se le sonría a cualquiera que le pueda adelantar en su hegemonía.
Desde el lado de China, aunque su ejército no está a la altura de otras grandes potencias, su superioridad numérica es abrumadora y sobre todo, tiene una gran economía detrás que es capaz de sostenerla y armarla en un hipotético conflicto bélico.
Por otro lado, China tiene una creciente clase media que no querría perder sus nuevos privilegios y que aún tiene los nervios a flor de piel tras la férrea política «Zero Covid» aplicada en el país. Un conflicto bélico iniciado por el país asiático provocaría una crisis económica a nivel global que acarrearía un relativo boicot a los productos chinos que dañaría su economía. Una clase media tan numerosa y enfadada podría provocar una grave crisis política interna en el régimen.
Aunque China tiene una fuerte identidad cultural, puede que su sentido comercial sea incluso más fuerte y un escenario bélico sería como tirar piedras a muchos de sus mejores clientes.
Antiguamente la guerra o la paz podían tener un halo de orgullo romántico porque sólo afectaban apenas a los países contendientes pero en una economía globalizada los conflictos afectan a todo el mundo y si son provocados son difíciles de perdonar.
En occidente culpabilizamos a cualquiera que comercie con países que no respetan los derechos humanos pero aplicando una incomprensible pero ya asumida excepción a China. Una guerra iniciada por el país asiático podría terminar con esa contradictoria indulgencia.
Todos tienen mucho que perder independientemente de quién gane una hipotética guerra.
Visión de Futuro
Si hay algo que los occidentales podemos admirar e incluso envidiar de China es su capacidad de pensar y planificar a largo plazo.
Aunque actualmente no es un tema relevante en los medios de comunicación, en pocas décadas India probablemente se convierta en una potencia económica que hará competencia a China, y son vecinos.
En ese escenario, China quedaría encajonada en la región entre Japón, Australia e India; los dos primeros bien integrados internacionalmente y no beligerantes, y el tercero, con mucha más capacidad a largo plazo que los dos primeros. A China no le interesa en absoluto dar pasos atrás en su liderazgo económico regional.
India está en un proceso de crecimiento parecido al que estaba China hace unas dos o tres décadas. Si consiguen hacer una buena política de futuro, sabrán que desestabilizar económicamente la zona en el escenario actual, en realidad, no beneficiará a nadie aunque perjudique a un competidor.
China probablemente ya tenga en cuenta lo que podría llegar a ser India y no querrá allanarle el camino dando pasos atrás.
Guerra de Inteligencia
Debemos de tener en cuenta que la situación administrativa de Taiwán es enormemente compleja. Funciona casi como un estado independiente aunque oficialmente forma parte de la República Popular China y ésta tiene allí sus brazos administrativos.
Mientras Estados Unidos intenta colocar a su gente en la zona, China está llevando a cabo su conocida arbitrariedad jurídica/administrativa para expulsar o perjudicar a cualquier elemento pro-occidental en Taiwán. Está localizando empresas de inteligencia al mismo tiempo que invoca leyes anti espionaje para rechazar personas con cierto poder industrial o empresarial occidental, principalmente estadounidenses.
Se sabe que está subvencionando empresas chinas para hacer competencia desleal a empresas estadounidenses y así provocar su quiebra y consiguiente marcha, especialmente en el campo de la automoción.
En las próximas elecciones de Taiwán, se disputarán el gobierno los dos grandes partidos, el DPP, que está a favor de una mayor independencia de Taiwán frente a China, y el KMT, que prefiere un mayor acercamiento e inclusión política con el continente.
A estas elecciones se les está dando el carácter de elección entre guerra o paz. Esto, intencionadamente presionará a muchos votantes que preferirían elegir al DPP para que voten al KMT, como un ejercicio de responsabilidad para evitar el conflicto bélico.
Escenarios más Probables
Seguirá habiendo demostraciones de fuerza y conflictos diplomáticos pero, salvo acontecimiento inesperado, cualquier cosa que pase, no será antes de las elecciones, que serán en Enero de 2024.
Después, el escenario se podría decantar hacia dos lados:
-Si gana el KMT:
En el caso de que gane el partido pro China, ésta probablemente extienda gradual pero imparablemente sus tentáculos a todas las capas administrativas, jurídicas, sociales y culturales del país hasta convertirlo de facto en una provincia más, sin más autonomía que cualquier otra; tendría vía libre con un gobierno local receptivo a sus intereses.
Quizá haría algunas pequeñas concesiones que a China tampoco le vendrían del todo mal en cuanto a la diplomacia con otras naciones del Pacífico, como una controlada puerta de entrada a dólares estadounidenses.
En ese escenario probablemente se produzcan disturbios que serán controlados como un problema interno mediante la policía y cualquier conflicto se irá diluyendo con el tiempo y el férreo control desde Pekín, en una situación parecida a la que ya vimos recientemente en Hong-Kong.
Estados Unidos y sus aliados no tendrían nada fructífero que hacer si el gobierno local no es receptivo. Aún en el improbable caso de que se formaran guerrillas paramilitares, los americanos no las financiarían, como por ejemplo en Afganistán, porque sus logros serían irrelevantes en un país bien controlado administrativamente.
-Si gana el DPP:
Este sería con diferencia el escenario más complejo y conflictivo, aunque la balanza seguiría estando a favor de China.
Al no ser Taiwán un estado de hecho independiente, la toma de control por parte de China sería muy mal vista diplomáticamente pero no podría ser considerada una invasión por lo que cualquier represalia bélica por parte de un tercero se vería como una agresión en toda regla y provocaría un conflicto a gran escala, y este creo que es el el escenario más improbable de todos.
Si el DPP gana las elecciones, me decanto por apostar a que en cuestión de poco tiempo, China, en modo relámpago y de madrugada, utilizará a su ejército no para tomar el control de Taiwán «a tiros», si no para aislarlo por completo defensiva y disuasoriamente (mirando hacia dentro y hacia fuera) mientras toma el control de las instituciones de la manera más pacífica posible.
Probablemente se produzcan importantes manifestaciones y escaramuzas que desgraciadamente acabarán con la vida de personas pero aunque haya militares de por medio, la comunidad internacional no podrá negar que están actuando en su propio territorio. Al igual que las manifestaciones en Hong-Kong o en Tíbet, nos dolerán pero la indignación se acabará diluyendo en poco tiempo. Eso el gobierno de Pekín ya lo sabe.
Al igual que en la primera opción, la posible financiación de grupos paramilitares o de una oposición política tendría consecuencias irrelevantes y es descartable; eso sólo funciona en países con administraciones deficientes.
Aunque esta es la opción que me viene a la mente si gana el DPP, el escenario es tan complejo que la gran cantidad de variables hace que el desenlace sea difícilmente predecible.
Lo que sí me atrevo a afirmar sobre el futuro de Taiwán es que la incertidumbre no es tanto sobre qué pasará, si no cómo pasará.