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 Lo primero que llama la atención del Timmelsjoch (Passo Rombo) es que no lo ves venir. En todos los demás pasos de montaña hay algún punto en el que ves una buena parte del trazado de ascenso o descenso; en el Timmelsjoch no. Esto le da una sensación completamente diferente que a los otros; casi cada tramo que haces lo estás «descubriendo».  Si lo cruzas a última hora (está abierto de siete de la mañana a ocho de la tarde), cuando apenas hay tráfico, la sensación de soledad se queda corta comparado con lo sobrecogedor del trazado y del paisaje. Paredes cortadas en vertical en las que por tramos no hay nada entre el asfalto y el vacío, curvas y túneles que te llevan de una cara a otra de la montaña en la que también, el contraste del clima entre el lado norte y el sur es mucho más acentuado que en los demás pasos.

 Sobrecogedor e incluso épico son las sensaciones que te deja el Timmelsjoch después de cruzarlo. El asfalto está en perfectas condiciones y los carriles varían de una anchura normal a un poco estrechos pero perfectamente practicables tanto para coches como para furgonetas.  Hay un peaje cerca de la frontera que para las motos es de unos 12€ (en el año 2012). Os recomiendo que lo crucéis en dirección noroeste a Sölden, en pleno corazón del Tirol austriaco.  Si buscas las sensaciones de conducción más puras y descarnadas este es el primer paso de montaña alpino que deberías cruzar. No apto para cardíacos.

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